viernes, abril 28, 2006

BUSCANDO EL TIEMPO

Me mostraste el papel justificando el retraso, y dijiste que esto sí que era ajeno, te paraste derecho, moviste las manos abriendo las palmas y una sonrisa creíble, esperando el primer acercamiento.
Hacías precisamente lo contrario a mi gusto. Odio esperar – te había dicho -.
Atraje tu cabeza para saludarte con una mordida, urdida sin rigidez, aunque lo pienso... y debería haberte roto el labio.
Conducías rápido y yo miraba hacia fuera, como distraída y molesta, sin estarlo.
Me observabas con sigilo mientras el semáforo nos detenía. Carraspeaste para preguntarme si había caminado mucho, si estaba cansada y desde qué hora a brazos cruzados te esperaba, no esperé mucho en realidad, pero no hablemos de eso –indiqué mirándote fijo -.
Callaste y tus labios torcidos en una sonrisa a la izquierda me convencieron de que valdría la pena.
Jugaba con mi pelo a decidir lo más inquieto, la cola o el revoltijo ‘aleonado’, y en eso sacaste la voz, bien, tú dime soy tu chofer y panorama. Pero que aburrido... pensé... mientras estacionabas frente al edificio. Si quiero la experiencia distinta, doblémosla agradable, asentí medio en pregunta.
Conduce hasta la que fuera casa de tu tío, la ‘inconfundible’ que ahora es Pub, si te importa poco y quieres continuar para mí el tiempo será ‘nada en contra’ ni detendrá ‘el impulso’.
Doblaste hacia el destino. Nueve menos veinte... y la gasolinera parecía por estética un mal chiste dentro de una carretera transitada como esa. Saqué un cigarrillo y lo encendí abajo para estirar las piernas y distraer los nervios, intentaba sujetarlo en la boca para sacarme la parka tirando de las mangas, te pedí que me esperaras tres minutos y me mirabas sin hacer gestos, no sé si como amedrentándome o al revés cuidando las impresiones. Me abrasaste como si fuera lo de siempre, y mi tronco se escondió en tu pecho. Mi ¡vamos!, alejó los cuerpos... y la tibieza siguió el camino en cuesta.
Querías parar en cada quebrada y el verdor nos deslumbraba, los ojos respiran el paisaje, aquí es así – te lo había advertido -.
El Valle es en verdad muy hermoso, ¿arrendemos caballos?, sí claro aprovechemos –dije - acompañando tu mano.
Me encanta cabalgar aunque no es algo habitual. Era una marcha lenta, esquivábamos ramas de madroño, bambúes y acantilados de diez centímetros.
Lleguemos a la falda del cerro; hay un río pequeño, hermoso, para que los caballos descansen y beban. Y dijiste que era mí día.
Sé que querías hablar, en rededor todo era quietud y naturaleza sin gentes, querías descubrirme, tomar mi pelo, tocar mis hombros sujetarme con fuerza y convencerme de que estabas ahí y que era la hora y el minuto exacto. Desmontamos, fijaste ambas riendas con seguridad al tronco de un roble y me cargaste hasta una loma verde y pura.
Por fin decías y escuchaba tus palabras respirar besos sobre mi nuca, y acariciabas mi frente, entre risas me camuflaba en tus palmas enormes.
Diez minutos, observando la Cordillera y pensando en que el frío no existiría. Y empezamos a conocernos... siempre contando mis secretos sobre tu pecho... y tu llamándome por mi segundo nombre.
Y ya no estabas tras mi espalda... ahora estabas bajo mis pechos sucumbiendo... rozándome en tu barbilla y robándote besos antes de una respuesta que me retuviera.
Y tus ojos extasiados brillando, y mis caricias que bajaban por tu pecho... tus manos en mi pelo que saltaban por mis muslos lado a lado.
Las venas henchidas y las lenguas humectándolo todo con palabras y silencios, con jadeos y caderas empujando respuestas. Una cremallera enemiga y un botón como obstáculo... y lentamente llego hasta sentir una calidez que es mía, te toco recto e invencible, y los besos y la saliva desde adentro brotando como miel... para besos profundos... y una piel que se agranda y unos dedos que trabajan sin prisa, me muevo en armonía sin ocultar el deseo entre la piel, una espalda arqueada y un suspiro quejumbroso que revienta las ganas y mis pupilas que se agigantan y la lengua que danza arriba abajo... al lado, tus pliegues sudando mientras destilo porque me lleves...

2 comentarios:

Unknown dijo...

...
El camino es desquiziante, tonto, hermoso, maldito, tierno...
El camino lo tomamos con vaso lleno de nosotros, lleno de nectar de nuestros seres.
El camino es vida.
...

Anónimo dijo...

Notable escapatoria a la realidad... espalda arqueada, ufff... de imaginarlo se me eriza el poco pelo que me va quedando...

No sobran las palabras, todas necesarias y oportunas... viste que no es tan terrible!?!?... hermoso, justo y claramente visible..

un beso.