miércoles, agosto 20, 2014

Mea culpa



Es mi costumbre angustiarme por no saber
Es  mi horrido defecto  este egoísmo innato así lo llamo, y no, no me pongo en el lugar del otro.  Cielos (aquí ganas crédito) shh (en actitud de silencio es que hago abandono de esa oscuridad en mi alma, solo un poco y contigo… me haces bien…)

Hoy no tengo palabras tristes ni descompensadas  solo quisiera decirte que me faltas el aire, juro que googlé la frase y no encontré algo a esto parecido.

Ah… quisiera contarte que mi vida continúa con días más fáciles que otros sin amaneceres rotos.  Me asaltan algunos planes de estructura y no sé si hacerles caso,  pero para que negar que me hacen cosquillas.
Sigo extrañando tus palabras, las habladas, tanto así como tus besos, en relación a eso quisiera decir que a veces me dan unos arranques incontenibles de sinceridad sin pudor (para dejarte en claro por qué no antes con desenfreno y qué se yo…) el cuento ese de los besos…

Quizá ya esté bueno y vengan a mí, aquí y ahora ¨Las últimas palabras que me hagan justicia¨  y no es que valga más o menos la pena, al tratarse de tarde o temprano, es solo que  no quisiera volver atrás lamentando, el día que ‘un día  fue’ , y lo cerca que estuvimos.

Alteras mi ritmo cardíaco, me provocas sobresaltos e interrumpes mi respiración en cuanto a la sincronía,  es que lo había obviado por mero olvido, sabes… me oigo inspirar hondo y profundo y casi me desdoblo, cual si fuera un globo que escapa inconsciente me halo para no perder el hilo. Y creo que esta modalidad es algo tuyo, un estado de meditación del que me valgo para estar contigo. Repito mucho eso son mis precarios recursos…

Y mis sueños bizarros.
Por otro lado... vaya guerra la tuya, francamente imposible  batalla.

Y tengo mis sospechas pero seguiré sin comprender tus  intenciones... no sé en qué minuto vinieron a extinguirse esos impulsos tuyos  por sacudirme, y es aquí donde debo decir que nada de esto era necesario, y no cabe el borrón ni la cuenta nueva.
Me avergüenza confesar que no comprendo el maldito lenguaje de las aves, intento, juro intento tomar sus ‘melódicas señales’ para tranquilizarme por un tiempo, atribuirte dicho mensaje, pero vaya no, no funciona conmigo. Y no más me queda sonreírles como respuesta a una ignorante comprensión de una extraña lengua, muy rebuscada, lejana, absolutamente extranjera. Antes fue una jaula, hoy ya no hay jaula, ni  plumas, menos alas.



Quizá te pida que lo olvides y mejor culpemos solo a esta angustia asfixiante.