jueves, marzo 30, 2006

DE MÁS O MENOS....


Léeme sin prisa... para entenderme en algún párrafo;
Blanco nieve/quemando.

Repásame sin urgencia, luego resume lento;
Lenguaje mudo de hojas-braille.

Soy cuerpo árido, esperando ceder;
bajo tu poder de ojos, libres-lloviendo.

Escalofríos de ansiedad moviendo dedos;
brazos remando, haciéndome a tu orilla-fértil.

Vorágine que nace en tu pecho, perdiéndome hasta atraparme;
Vía-sin-escape.

Tu aire generoso purifica exhalando sobre mi belleza desnuda;
Tenue sin tu luz.

Encandece mi alma privada de matiz;
Píntame esta tarde con tus raíces extendiéndose en tornasol.

Carne deseo, ternura adhesión combinada;
Silente entre risa y lágrima.

martes, marzo 28, 2006

Elena ‘La Loca’.


Sé lo que piensan, me importa poco, tal vez nada, como diría él, una raja o una mierda.
A mediados de febrero con mi madre nos damos el trabajo de recolectar guindas, para preparar nuestro brebaje preferido en días gélidos, húmedos y largos de invierno sureño. Me gusta esa tarea porque hasta la siento conciliadora. Contactamos a un viejito que trae Aguardiente de ‘Los Cerros’, si me interrogan respecto de los cuidados higiénicos, mi cara sería reflejo de indiferencia, el sabor, el costo me basta, unos cuantos ingredientes secretos, el líquido burdeos dentro de la botella casi hasta el gollete para luego sellarla con lacre, me preocupo de etiquetarla, no debo olvidar que solo hasta dos años será posible saborearla.
Empolvadas, en orden, forman parte de nuestro tesoro renovable, alimenta nuestro vicio, que justificamos como antigua tradición.
Cuando mi madre se ha dormido, eso sí, respetando la entrada del invierno, día por medio hurto lo que se traduce justo a una cucharada de Enguindado, me la llevo a la boca la saboreo dieciocho segundos, es lo que demora en cambiar de temperatura, y la trago, doy tres giros abrazándome el talle, nunca más, un salto hasta tocar el techo de la cocina, me arranco como si mi madre me hubiese oído y me encierro en mi cuarto.
En cama, al sentir que mi cuerpo vuelve a estar helado como acostumbra, me quito la sábana rosa de la cabeza y trato de percibir hasta el ruido de la llave que gotea en el lavadero del patio, el ronroneo de Lucho, el gato de mi madre que después de la muerte del viejo no deja de dormírsele sobre el pecho, el día que deje de hacerlo tendré que matarlo, para asárselo a ella, en realidad para curarle el asma casi crónica.
Sé que pronto llegará mi hermana, porque la televisión culminó sus transmisiones, han de ser las dos de la mañana, enciendo mi fiel y vieja radio, para que se deje oír la chicharra que es sinónimo de mi estúpida presencia, me pongo el abrigo negro de piel sintética y salgo por la ventana, me encargo de guardar sepulcral silencio, Karenina está dormida, yo más tranquila, Omar su novio está a dos cuadras de casa, frente al sitio abandonado, esperándome con su mejor sonrisa y el pantalón a la altura de las rodillas.
A mí me sienta bien la locura, me queda bien ver a la cara de mis parientes y vecinos con la mirada extraviada e inocente, por las noches tener un hálito de alcohol suave, mañana... brindaré... por un feliz cumpleaños, seguiré moliendo mis medicamentos para abonar mi planta de la risa que ya tiene un metro de alto, limpiaré sus hojas de siete puntas, la regaré cada tres días con mi orina verdosa e infértil.

sábado, marzo 25, 2006

MAÑANA



Lavamos angustias bajo sombras de llantos que arrastran olvidos para siempre.
Seguiré tu voz de canción sendero infinito.
Párpados que saludan al abrirse a tu luz; una vez más, como caudal impetuoso.
Mientras amanece hacernos el amor azul, no pensando.
Te siento, mientras se me hunde tu cuerpo transformándose en fuerza de cadera.
Muero, al rozar tus labios de muerte.
Te arrodillas como un relámpago impúdico, que me atraviesa y calcina.
Mujer dentro de mi alma, flor divina de fuego.
Mil latidos... calor de abdomen, abrazos de lengua.
Te sueño boca arriba; entre deseos de carne adentro, rocío... jardín de mariposas, sangre en polvo, de heridas sanas.
Arco iris multicolor;
Cobijado en besos de tus ojos verdes en sintonía.





miércoles, marzo 22, 2006

A la vaca ya está acá.



E la vaca ya se fue
I la vaca está ahí
O la vaca ya llegó
¿U la vaca?, ¡maldita vaca!.
Empezaba la noche y aumentaba mi desesperación, enterraba los pocos carbones del bracero que encendidos daban calor al muladar, tomaba un chaleco para cubrir mi espalda raquítica, subía las calcetas inútilmente porque se caían a los diez segundos.
Ella pateaba todo a su alrededor, un nuevo golpe y terminaba con la banqueta chica en la que durante su ausencia podía usar. Me tomaba de un brazo apretándome los cueros, y no podía quejarme, ¡hay de mí si me quejaba!, escupía insolencias, me maldecía, en medio de eructos fétidos de alcohol fermentado. Me arrastraba del pelo, por hábito normal abominable, me empujaba por el corredor, hasta encontrarme en la desgracia, al acecho el viejo repugnante secaba su boca espumosa y me tiraba al piso de la leñera tétrica, me arrancaba la ropa, que aunque harapienta se encargaba de descoser en un nuevo lugar, diciendo: ¡ ven acá puta mañosa, ¿te gusta que te meta mi palo?, entre risas de verdugo macabro más que diablo.
Intentaba poner mi mente en blanco, pensaba en el color blanco, repetía, blanco, blanco, blanco, hasta que el viejo terminaba de tocar sus vergüenzas, tomaba entonces mi ropa, él me daba una patada fuerte, me entregaba una botella de ron, la misma que esperaba con impaciencia la señora en la esquina.
Así volaba yo por la calle, hasta que le entregaba su provisión del día, la misma que la mantenía alejada del rancho, hasta que llegaba la noche, y dormía hasta la tarde del otro día.
Ese día me levante temprano, no había sol aún, en la verdulería llegaba mercadería fresca, había que armar atados de acelga, trenzar ajos, y sacar lo podrido para reponer. Me pagaron bien, compré una botella de ron, y dos bolsas de carbón, con la misma bolsa prendí fuego, le entregué la botella a la vieja, la bebió casi de un trago, se durmió, tome la única ropa limpia y me cambié.
Tire el mantel plástico al fuego, tomé algunos diarios, dejé ropas en la orilla del bracero, cerré bien la puerta, caminé, caminé y caminé, hacía frío, los árboles se movían, y miraba el torrente turbio, pensé: blanco, blanco, blanco, blanco, salté; blanco, blanco, blanco, secreta llanto la ubre... blanco...

sábado, marzo 18, 2006

Vuelan mis mariposas...


Distracción por decirlo así, por utilizar palabras ajenas, para aparentar juicio, finalmente sin haber caído en el juego de los consejos, el corazón sigue su camino, blando/espinado.
Así es, así será, hasta el momento solo he oído igual, he vivido para comprobar. Con vehemencia, confío en que un error sabido y propio se paga caro, duro, ¿pero por qué cargarlo por tanto?, casi una semana, no es burla para los tristes, (pero mis plazos son auto-castigo, suficiente, me quiero mucho y también me mimo).
Tú e entiendes, tocaré por última vez el tema amargo, sin decir que por eso lo olvido, cuesta más que un soplido y una risa, ya sabes lo que me raspa, me duele, me eriza.
Y así niño, hombre querido, hago lo que no imaginas, y soy quien no conoces, no digna de altar, ni de velas o cirios (eso es broma hot), ya sabes el tamaño no importa.
Con los ojitos brillantes los pómulos rosados tal vez por pies fríos, algo se entibia en este cuerpo y no tengo por qué repetirlo, si te decía el otro día; hay veces en las que uno espera que la ‘pareja’, sea intuitiva, al menos astuta, y cumpla con lo prometido, comprensión ‘empatía’, ponerse en el lugar del otro, inventar una salida, que empañe de amor los vidrios, de sudor el ambiente frío.
Tómalo como indirecta, es que ya me estoy acostumbrando a los mensajes largos, ‘explicativos’, aunque pensé que la palabra no existía, el Word me sorprende, me enrojece lo sencillo, lo sencillito, ¿ves que no acepta los diminutivos?. Dejo pasar el tiempo, haciendo lo que quiero, aunque el lunes sea duro, seguiré escribiendo aquí, porque la letra en desorden no dice mucho, ya sabes me gusta leer en la mente, si quiero decirte algo profundo me emociona la voz, vamos, entiéndeme.
Iré concluyendo porque apuesto que te duelen los pies al final del día, (trabajo ‘parado’), ciertas exigencias y una actividad mañana, exigen tu descanso para que estés fresco bien temprano.
¡Ah. !, previo a que pongas la mirada cursi, te aviso; antes de partir el domingo un beso demando/obligo, que sepa a frutillas frescas de esas que me regaló alguien sin interés el viernes, ¡la cagó!, se me sale lo vulgar, es que jamás creí que el juguito rojo endulzaría tus labios, como para segunda vuelta, con tanto ánimo y pérdidas de cuentas, ya sabes a que me refiero, ¿eyaculación precoz femenina?, pero con vuelta y revuelta, invicta uno a tres, once a dos, empate, visita, esperando el: ¡otra vez. !.

LECHE Y MIEL.
Cuencas insomnes,
Manipulo tu nuca divina;
en dirección de caminos polvorientos,
Olvidados por tu piel traicionera.
Te auxiliaré mi amor,
aprenderás sin memoria,
Robarás como estreno lo que estos miedos
Humanos nublaron entre ambos.
La necesidad se hace grande,
Ya no puedo obviar ciertos juegos:
Saltos de dientes, danzas de lengua,
Enredos de carne entre uñas azules.
Fusión congénita al presentirnos,
Más que heridas, más que huellas,
Más que la pesadilla,
Desecha bajo luna llena.
Tus quejidos me conmueven los huesos,
Pensé costumbre en el olvido,
Entre un suspiro sin aliento,
Salvaje/lúcido construyes nuevo destino.
Cada rincón;
Colmaré de roces lentos, besos tendidos,
Sin final para explicarte cuando nacieron,
Cuando terminarán de sorprenderte.

viernes, marzo 17, 2006

Hacia el sur de mi recuerdo


Recuerdo los días largos de invierno, los perros tiñosos y las liendres en tu pelo opaco, tus manos heladas y como jugando a tocárnoslas tratábamos de espantar el frío púrpura de nuestras pieles sucias.
Nunca olvidaré tus manos... en los ojos de otros niños, veo los tuyos, más no encuentro los míos, te recuerdo helada, aterrada, y tus manos... tu malvada tía que de vez en cuando se encargaba de dejarlas rojas con una varilla, una tabla o con sus propias y ásperas palmas.
Yo no estaba ajeno a tu dolor, te abrazaba sin decir nada esperando a que te calmaras, soplando tus manos... Aunque tuviera mis orejas ardientes luego de que mi padre me las estirara o apretara por gusto, por hacerse respetar, gritando, alardeando ebrio.

Acá en esta ciudad gigante, extraña sin pisos de tierra sin pies descalzos, sin embargo con tantos niños mendigando como algún día tú y yo lo hicimos, me acuerdo de los zapatos viejos roídos que encontramos en un basural en una de tantas correrías por ahí por allá. Cuando pequeños nuestros pies medían lo mismo e intenté calzártelos, te negaste, y cómo reímos sobre los escombros cuando me diste tu razón; no son de niñita, mientras hacías un puchero y cruzabas los brazos.

Siempre traté de cuidarte, la garganta se me seca al desenterrar la tarde en que el viejo del almacén pretendía quedarse contigo a solas, mi corazón latió más fuerte que nunca, algo me dijo que tenía que sacarte de allí, de algún modo te salvé de lo que pudimos lamentar, de seguro nadie se enteraría, me hubieses rogado llorando que callara lo sucedido.

Recuerdo el hambre, la desnutrición, la soledad, tu compañía... la maldad nacida de la ignorancia, como cuando unos hombres sabiendo nuestros deseos de comida me dieron harina tostada revuelta con vino, y cómo bebí sin respirar engañado por el dulzor, te recuerdo a mi lado, observándome vomitar, llorando ambos de rabia, tus besos en mi cara, casi sorbías mis mocos, tu rostro delgado compasivo, me peinabas, movías mi pelo, despejabas mi frente con cariño, con tus pequeñas manos.

Tengo tantos recuerdos de tu nombre... La noche aquella en que encontré el sentido de tu delgadez, los huesos de tus caderas hundiéndoseme fundidos, tu fragilidad, tu delicadez natural, tu gracia, tu pelo liso ahora limpio, tu piel suave de leche, tus labios apretándome, tus pechos perfectos, tus nalgas firmes, las vértebras de tu espalda, tus lunares preciosos, tus ojos negros, las margaritas de tu cara, tus pestañas largas, tus susurros, tus caricias, tu espera, tus movimientos, tu lengua húmeda, tu sexo botón deliciosos entregado en miel transparente, tu pureza, tu inocencia, y en mí tus manos...

Yo era feliz... estoy seguro...

Aunque ese año no nos encontramos con regularidad siempre te sentía cerca, aún cuando no me llamaras todas las semanas, en una ocasión no me visitaras estando en la misma cuadra, y en una carta riendo con la crueldad que amaba en ti me lo contaras
Eras toda misterio, yo soñaba dichoso en mi cama que era tuya admirándote a contra luz. Tus proyectos eran personales y herméticos, pero respetaba tu intimidad, cada uno de los míos tú los habías motivado, no gestado claro está pero en ellos estaba mi alma que tenía tu color.

Por la mañana en mi celular tu voz sonó normal, e ignoré lo que pretendías, reconozco mi bobería, jamás comprenderé por qué esperaste hasta ese día para decirme lo que aún no digiero.
Llegué al Aeropuerto imaginando tu llegada, tal vez con muchas maletas o bien solo con el poncho sobre tus hombros, nada de eso... te vi irreconocible, con el pelo tomado, gafas oscuras, maquillaje sobrio (jamás te había visto pintada), vistiendo pantalones de tela, blusa escotada, un abrigo sobre una maleta mediana con ruedas, una cartera en tu brazo derecho, tenias un aire triste y a ratos esquivaste mis ojos que adivinaban la humedad de los tuyos. Te sentaste, yo lo hice a tu lado, me pediste que no te entendiera, solo que te respetara, me dijiste que algún día regresarías, que jamás me olvidarías, besaste mis labios temblorosos, te supliqué porque no te fueras, me arrodillé y besé tus manos...

El altavoz anunciaba tu vuelo, la neblina se adentraba en mi corazón, tú te alejabas por el pasillo de embarque, tú a metros de mí, yo a metros de ti, lo último que recuerdo de aquel movimiento tuyo de adiós... tus manos...

martes, marzo 14, 2006

Sinceridad... no está mal


La voluntad, disminuida porque un suspiro largo me ahoga,
en esta cama...
La cabeza en remolino; girando en pensamientos alados, torno a tu presencia de cruel recuerdo.
Una, una y mil veces parezco despertar de esta trampa propia; masoquista.
Nada es cierto.
Me siento tan diferente, pero no me conforma el juego de buscarte nombres,
si para mí eres color definido;
azul enrojecido.
Esas cosas mías, es que de gustos no hay nada escrito,
para recetas de amor, menos.
Ah... tus versos cortitos cargados de deseos,
mensajitos ocultos entre migajas de una panera;
a las siete de la mañana cada domingo.
Son cosas de la vida, podría justificar,
pero soy franca, se trata de la mecánica rutina.
Apuesto que ignoras mi horario preferido para amarnos en cuerpo,
te cuento... por las mañanas no a la madrugada;
mientras en casas aledañas el aroma de carnes y caldos se mezcla con sabores dulces y salados de pieles ardiendo adobadas en lascivia.
Tus regalos;
los besos pegados que me dabas o que te he robado.
La saliva entre tus dedos
la sangre más allá de mi boca; la emoción conmovida ante el desenfreno tan real y cuerdo.
Tu barbilla cavando heridas hondas de besos violentos,
mi brassier suelto y mis encajes de lágrimas insondables.
Pero aún te amo;
leche y toronjil dice mi madre, para que me brote tu peste de cristal precioso incrustado al fondo.
Y todo es poco, ha sido poco o nada, es todo, sigo incontenible...
Disculpa, no es sumisión, ¿Cómo debería llamarte?, Tú, amor, fuego?, azul/cielo infierno?.
No me pareces, no eres nada nuevo, a nada huele tu ausencia, me amarga el corazón el veneno de este olvido.
Cuanto frío un día, cuanto calor y pasión logré sudar por ti.
Llegaste a mi costa, para beber el rosario de desamor gota a gota,
hoy has vuelto a dejarme seca en un adiós callado,
más lento que este siglo vacío.

sábado, marzo 11, 2006

PRESENCIA



Basura dentro de mí
Espina pentágona
Viajera entre nervios y carne;
No te desvaneces ni afloras
Cuando te lloro en noria;
Intencionalmente para alejarte
Limpiándome por fin de tu presencia
Punzante.
A veces tiemblas
Te siento como tímpano destrozado
Que duele y desconcierta;
Desequilibrando mi totalidad;
Sin oír más que tu zumbido
De vendaval escalofriante.
Confesaré hoy que te recuerdo...
Cómo negar tu presencia
Ante el resto
Si soy transparente;
Como tu mirada de hielo austral
Quien pasa te ve en mi adentro.
Quisiera por fin exhumarte
Contemplándote en mi palma
Sin angustia o rencor
Amor que duele
Adiós Para siempre hoy

martes, marzo 07, 2006

SUEÑO



No quiero olvidarte al escuchar tu cantar;
desafinado que me saluda triste... y entra por los huesos más débiles de mi mano...
Penetra tu eco nadando entre mi sangre;
con extremidades plegadas al tronco..., disfrutando por última vez la tibieza que no conduce rojo... conduce blanco lácteo y alimenta tu sed de años.
Revienta el diluvio por mis pezones pequeños sin llagas - bálsamo puro de labios/cuerpo.
Te cubro sin brazos, te presiono sin hombros, te acaricio para intranquilizarte y reír desde abajo hacia atrás,
admirando tu cuerpo de greda... tus lomas pares sublimes, que se hunden para devorarme dentro con presiones, respuesta/mordida... suave/incendio.
El vapor... se esfuma por tus cabellos, la humedad que traspasa... me quita el aliento...
Pendo de tu cuello buscando sombra translúcida, resistiendo el descontrol con que me arañas hondo infinito.
Continúa nuestro celo racionado animal, hasta diluirse tus pupilas en baño celeste cielo.
No hay respiros hay jadeos y muerte, te apresuras y desapareces aliviado llevándome lejos sin soltarme el alma.

sábado, marzo 04, 2006

ME COMISTE LA LENGUA RATON



Estoy en lo cierto, ya se ha ido, el corazón palpita poco a poco, reposado... , el aire ayuda, el mareo desiste, arrimo el cuerpo a la pared, la cabeza se resigna a esa espera, porque así dice el rito.
Cinco minutos de pie, simulando descanso, casi convencida, solo por evitar el ahogo, a veces este músculo húmedo pesa mudo. Aunque la decisión no ayude, menos dañe, seguiré estoica, en la última palabra, ahora escondida.
Desde dentro con los ojos vueltos me noto preocupada, miro alrededor, todo sigue en su sitio, el polvo, las redes de arañas, las moscas muertas en los bordes de la ventana, el visillo sin correr, el vaso de agua viciada, las flores marchitas dentro del florero putrefacto.
Si llamas al teléfono autómata corro, cubro mis ojos y presto mi oído, espero diez, veinte, treinta, cuarenta y siete minutos, con el auricular pegado a mi mano sudorosa, lo dejo caer solo porque el ‘tutu’ hostil declina ante el ‘ring’ vocinglero del timbre que chilla por tu dedo índice sin huellas que presiona con tozudez. Por advertirme o tal vez amedrentarme, como si alguna vez estas situaciones confusas lo hubiesen logrado, conoces perfectamente mi reacción, el peso de mi cuerpo avanzando hacia la puerta, cuantas pisadas doy, hasta qué vidrios rotos son los que decido esquivar, si es que de verdad estoy descalza, vendada, en postura o al natural. Pasa la exactitud de los segundos, calzas la llave con urdida imprecisión, mientras los cartílagos de la oreja se adaptan succionando tus magníficos ruidos sobre la madera lisa enlacada, hasta que gira la chapa, se abre el portal desparramando humo y colores tenues, el bautismo particular de mis locuras pinta de esa forma a la entrada por la cual apareces para hacerme daño otra vez, nunca la he marcado o ennegrecido el color no quiere decir... ese daño dulce como la última gota de tu licor blanquecino, es el premio de consuelo porque, en segundo lugar he llegado, no me contradigas, sé que he perdido.

miércoles, marzo 01, 2006

TE CREÍA DORMIDO ESTA MAÑANA



Vienes quebrando pasos retrocedidos... imperfectos... del pasado
la cala que me regalaste es un detalle cegador
sugerente, esperado.
Labios heridos de besos violentos
Labios henchidos de amor
Carnívoro a fuego.
Desángrame la carne
añeja por el destiempo mío.
Celo de nutrias sabiendo ostras....
Estas gotas espesas menos frescas
Enfríame cariño
Las soledades adversas.
Bebe mis sequías
Como succiona un aguacero
El desierto seco.
Naceré en cactus magenta
Y en cardo violeta
Me muerdes penetrante
Abriendo paso a tu arar
Delirante.
Tragaré tu mar de peces volando
Entre nubes de espuma
Que se roban tu aroma
De envolvente bruma
Engendras destellos
Para esculpirme caricias.
Renazco gracias.
A tu alquimia
Torrente bajando entre los músculos de tus piernas roca
Pulsiones incontenibles, imposibles para este horario robado
Y tus manos... empecinadas con las líneas que obligan trabajo mancomunado,
Solícitas de un beso, de pezones elevados.
Invasión como regalo entre piernas
Metal madera que labro
En minuciosidad artesana dedos/labios.
Auto – irrigando este encuentro idealizado
Por mis cumbres desoladas
Y tu deseo encrispado.