viernes, febrero 17, 2006

Veinticuatro, qué importa.....


Te debo mi mala costumbre de escuchar cierta música que me enamora de un imposible, me tumba una y mil veces a tus brazos, más bien a tus pies.

No te lo imaginas pero las manías aprendidas me hacen guardar los secretos en los mismos rincones que conoces.

Pero te odio como destino, simplemente porque no podría siquiera tenerte como ruta alternativa, sabiéndote desviado para mí.

Extraño, el libro de Gonzalo Rojas que olía a polillas entre tu ropa y se abría junto con mi disposición de amarte por las tardes en cuerpo, ahora en pensamiento.

Y tu vida en cifras doblándome, maldita ironía. Estando yo siempre aquí y tú sin querer, por el pudor vetusto más ajeno que propio, estar conmigo.

Sé de apasionamiento duradero pero no perenne, menos en atardeceres de otoño, pero créeme esto es diferente, no es igual y no está escrito, solo prefiero restregártelo para que tu obstinación cruel, mezclada con mis venas en goteo te conmuevan las ganas de amar de nuevo.

3 comentarios:

Eduardo Waghorn dijo...

Hermoso escrito...así como tú.
Como el bosque en primavera, como el aroma del arollo que golpea violento,
como el zumbar de las abejas tras el pólen...
como tú, Catherine.

Roberto Arancibia dijo...

Me gusta lo de deber malas costumbres. Creo que debo varias.

Lindo texto. Ojalá las ganas te duren mucho mucho y te quedes harto tiempo escribiendo.

Roberto dijo...

ayyyy el amor lo que nos hace sufrir,
escribe, no lo dejes,
espero algo........
de una pluma como la tuya.
robert