A tu regreso inventaré una
discusión, para enfrentarte con violencia, rasgaré tu camisa, arrancaré las
dudas que te detienen, me doblegaré ante tus manos si acallan mi voz, cuando el
silencio destroza mis labios y no contienen la mueca de abrigar este secreto.
Grito, te extraño a distancia
y sin frontera, como un desafío, como encrucijada, como un laberinto, sin
coartada y sin salida. Sagradamente y sin pudor, a toda hora, sin expiación,
sin culpa, invoco tus besos que queman,
sueño tu sol y tu fuego, y se me antojan tus manos, tus caricias, mis dedos en
tu pecho.
No eres mío cual frasco de galletas que no alcanza mi banqueta.
Asaltas mi sueño, te pido a los astros y al
universo; que aproxime tu río de estrellas, tu constelación exuberante, tu mirada…
‘lluvia de cometas’.
Contigo improviso, doblegas mi
razón, desconozco el secreto que
confabulas con el viento; me eriza, me susurra tu nombre, te aloja en mi oído como un pecado reincidente, imposible
de obviar, rojo e incendiario.
Te imagino… e intento descubrirte desde lejos, presentir que estás,
saber que vienes, brasear por si no me
adviertes, sorprenderte, esperar que te detengas y me observes como siempre;
poderoso/silente. Vencida ante tu risa que me quiebra el aliento; que me hace
temblar y luego me paraliza.
En mi memoria agasajo es tu
cuerpo, delicia tu néctar en mi lengua, te guardo en mis muñecas, como preciados
gemelos, perfumaste mi piel por completo, me embriagas, me seduces, me elevas, me
sostienes, me entrego… ¿por qué me llevas?
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