lunes, marzo 23, 2015

NECESIDAD

Me asaltas, poniendo  sobre la mesa tus palabras honestas, me pregunto por qué, y es que una pared  ha levantado mi pena. Me siento desnuda, como siempre,  contigo insisto´ improviso,  y no podría fingir, también juego a deducir; sacar en limpio la frustración de los diálogos cortos e intensos.

De puntillas en la noche  escojo soñarte, y me pregunto por qué fue que nos descubrimos.

Me aniquila esa risa, quisiera creer que es  descuido tuyo cuando muerdes tus labios, los alojas a la  izquierda esa esquina… es la cuna  donde  nace y muere toda mi dicha.

 ¿Por qué tu cuerpo es tan perfecto?, ¿por qué tus dedos juegan a ser hijos del viento?
Asumo… me gustas tanto, me quiebras y arrebatas, me provocas, doblegas mi resistencia, y me dejo mecer en ese placer en el que me envuelves, para solo bañarme de incertidumbre.

Lo real ¿valdrá  la pena la cobardía y la sombra? El tiempo me castiga cada vez más lento y he comenzado a creer en el  miedo electrizante que con sus  certezas  nos invade.

Te llevo dentro como el revoloteo de mil mariposas, que idiotez lo del estómago, yo te siento en mi pecho, asfixiante opresión, un coágulo en  la sangre aglomerando mis venas,  bello sufrimiento,  por cierto enfermas también mi razón.  Te padezco, pero tengo fuerzas para cantarte mi disposición y dispararte mi cariño.


Brutal e imperfecto. Eres como una moneda lanzada a al aire, una especie de brindis por toda  la esperanza.
Si pudiera escoger dentro de mis errores… mi contradicción, sin duda mi pecado favorito.

 Y  te reconozco; sin engaños ni mentiras, sin victorias ni derrotas. Y de ti aprendo…
Es que de algún modo has conseguido que me olvide en el camino; dónde fue que escondí cada una de mis de mis piezas rotas.

Eres el recreo que ansían  mis ojos, y aún así… ¿Crees que deberemos censurar el derecho de pertenecernos? 

1 comentario:

Recomenzar dijo...

No por supuesto que no No hay censuras en nuestras vidas