Es mi
costumbre angustiarme por no saber
Es mi horrido defecto este egoísmo
innato así lo llamo, y no, no me pongo en el lugar del otro. Cielos (aquí ganas crédito) shh (en actitud
de silencio es que hago abandono de esa oscuridad en mi alma, solo un poco y
contigo… me haces bien…)
Hoy no
tengo palabras tristes ni descompensadas solo quisiera decirte que me faltas el aire, juro que
googlé la frase y no encontré algo a esto parecido.
Ah…
quisiera contarte que mi vida continúa con días más fáciles que otros sin
amaneceres rotos. Me asaltan algunos
planes de estructura y no sé si hacerles caso,
pero para que negar que me hacen cosquillas.
Sigo
extrañando tus palabras, las habladas, tanto así como tus besos, en relación a
eso quisiera decir que a veces me dan unos arranques incontenibles de
sinceridad sin pudor (para dejarte en claro por qué no antes con desenfreno y
qué se yo…) el cuento ese de los besos…
Quizá
ya esté bueno y vengan a mí, aquí y ahora ¨Las últimas palabras que me hagan
justicia¨ y no es que valga más o menos
la pena, al tratarse de tarde o temprano, es solo que no quisiera volver atrás lamentando, el día
que ‘un día fue’ , y lo cerca que
estuvimos.
Alteras
mi ritmo cardíaco, me provocas sobresaltos e interrumpes mi respiración en
cuanto a la sincronía, es que lo había obviado por mero olvido, sabes… me oigo
inspirar hondo y profundo y casi me desdoblo, cual si fuera un globo que escapa
inconsciente me halo para no perder el hilo. Y creo que esta modalidad es algo
tuyo, un estado de meditación del que me valgo para estar contigo. Repito mucho eso son mis
precarios recursos…
Y mis
sueños bizarros.
Por otro lado... vaya guerra la tuya, francamente imposible batalla.
Y
tengo mis sospechas pero seguiré sin comprender tus intenciones... no sé en qué minuto vinieron a
extinguirse esos impulsos tuyos por sacudirme,
y es aquí donde debo decir que nada de esto era necesario, y no cabe el borrón
ni la cuenta nueva.
Me avergüenza confesar que no comprendo el maldito lenguaje de las aves,
intento, juro intento tomar sus ‘melódicas señales’ para tranquilizarme por un
tiempo, atribuirte dicho mensaje, pero vaya no, no funciona conmigo. Y no más
me queda sonreírles como respuesta a una ignorante comprensión de una extraña
lengua, muy rebuscada, lejana, absolutamente extranjera. Antes fue una jaula,
hoy ya no hay jaula, ni plumas, menos
alas.
Quizá te pida que lo olvides y mejor culpemos solo a esta angustia asfixiante.
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